Diario de Alcalá
Pedro M. Talaván
Leo en “El País” un reportaje de Lizette Álvarez donde narra, con cierta gracia, como la balanza comercial de Dinamarca entra en superavit gracias a la actividad de sus universitarios. Las causas del boom de exportaciones curiosamente, según la periodistas, son la laicidad y liberalidad sexual de la población. Se entiende pues que países más preocupados por los asuntos de Dios o más restrictivos a la hora de las relaciones humanas intimas, pierden considerables oportunidades económicas.
Exportan los daneses espermatozoides con denominación de origen y garantía de calidad. Los productores se cuidan con esmero como las especies más exquisitas de cualquier variedad de melones, pepinos o bananas. El producto se recoge en sazón: se analiza al productor, se le invita al trasvase, se le pone un nombre y se le añaden unas cualidades parecidas a las del vino. Por ejemplo, el vez uva garnacha y cabernet de suovignon se escribe: ojos azules, metro ochenta y cinco de estatura. También se alaban y potencian los aromas: cereza y madera: tres idiomas, químico físico, 130 de C.I (coeficiente intelectual). El material, debidamente etiquetado, se pone a la venta. Ya se sabe, que mientras la ciencia no avance otros pasos y los cigotos no se multipliquen más que en los úteros, las consumidoras de esta delicias sólo pueden ser féminas. “Pensábamos que teníamos mercado: detectamos un turismo de la fertilidad en Dinamarca”, dice el director general de la empresa exportadora. Y comenzaron las exportaciones: hacia España, Paraguay, Kenia, Hong Kong y otros países menos exóticos. Las razones para que una señora keniata o de Hong Kong, tan lejana de la apariencia danesa, prefiera el esperma de un mozo nórdico no están claras: puede que la demandante no se fíe de lo autóctono o tal vez, como la marca de los coches y lo s vinos, prefiera lo danés por rango social.
¿Y a los productores cómo les va? Se defienden: son universitarios, entre 18 y 25 años, fuertes, sanos, guapos y con excedencias de humores vitales. La liberalidad sexual de Dinamarca, al parece uno delos motivos de este mercado emergente, no basta para acabar con la producción de ese líquido elemento. Y así venden lo que sobra: unos treinta euros por servicio. Los empresarios lo multiplican por más de mil: en fin esto es el negocio. Uno de los productores afirma que le pagan por hacer algo que le gusta. Claro que también tiene sus riesgo:como todo el mundo tiene derecho a saber quien su padre, cualquier día se presentan doscientas personas a la puerta de casa gritando ¡Papá papá!, no es que pase nada por eso, pero algo escandaloso parece ¿verdad?
Hay una referencia a España firmada por Miguel Noguer desde Barcelona: en Madrid hay nueve bancos de esperma y en Barcelona ocho. En todo el país unos cincuenta. Se paga a 30 euro la donación y los productores más solicitados están entre los 18 y 24 años. ¡Ánimo, muchachos, a levantar el PIB por la paja!.
Dificultades con el ordenador
Hace 9 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario